Crónicas de Nehmiah en Babilonia Entrada XXXVIII “El ejército invisible que matamos sin querer”(la microbiota, los protectores y la pérdida silenciosa de la soberanía interna)
- holisticbridgeheal
- 11 jun
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 23 jun
Vivimos rodeados de recetas.
Pero no me refiero a las de cocina,
sino a las del sistema médico,
que cada vez que tose alguien de más de 60 años…le regala una pastilla blanca con nombre tranquilo:
protector gástrico.
Suena noble.
Como si protegiera algo.
Como si fuera un escudo.
Pero la verdad es otra.
Lo que esa pastilla hace —día tras día, mes tras mes, año tras año—
es aniquilar la primera línea de defensa del cuerpo:
la microbiota,
ese ejército silencioso, formado por millones de aliados microscópicos,
que habitan en nuestros intestinos,
y que regulan no solo la digestión,
sino también la inmunidad,
el estado de ánimo y la memoria.
Sí. La memoria.
¿Y cómo la estamos destruyendo?
Con cada omeprazol recetado como si fuera un caramelo.
Con cada famotidina que se toma “por si acaso”.
Con cada inhibidor de ácido que se prescribe
sin haber intentado primero cambiar la alimentación,
calmar el estrés o mejorar la calidad del descanso.
Lo peor es que nadie lo explica.
Nadie dice que esos “protectores” en realidad inhabilitan el ácido necesario para digerir bien,
y dejan al cuerpo vulnerable,
inflamado,
desconectado.
Y la tercera edad paga la cuenta
Porque son ellos,
los abuelos,
los mayores,
los que ya tienen menos reserva digestiva,
los que más sufren esta destrucción invisible.
Se sienten cansados.
Sin apetito.
Se les olvidan cosas.
Duermen mal.
Les cuesta recuperarse de una gripe.
Y nadie les dice que quizá todo empezó por una pequeña pastilla blanca que lleva años silenciando su fuego digestivo.

Pero hay otras formas.
Menos agresivas.
Más sabias.
Más en sintonía con el cuerpo que envejece
y no necesita ser silenciado,
sino escuchado.
Aloe vera, kuzu, infusiones mucilaginosas.Regaliz DGL, cardo mariano, probióticos vivos.Y sobre todo…
volver a confiar en que el cuerpo, si lo dejamos en paz, se defiende mejor que cualquier farmacia.
¿Y si cambiamos el enfoque?
No se trata de ir en contra de la medicina.
Se trata de recuperar el poder del sentido común.
Y de dejar de apagar fuegos internos con productos que nos congelan por dentro.
La microbiota es un lenguaje.
Es un ecosistema.
Es una comunidad ancestral que llevamos dentro.
Y cada vez que la destruimos…
nos desconectamos un poco más de nosotros mismos.
Así que hoy, en nombre del cardo mariano que crece en las montañas de Barcelona, de la flora que aún resiste en nuestros cuerpos,
y del derecho a envejecer con dignidad,decimos:
“No quiero más protección que la que nace de mi propia inteligencia corporal.”



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