Crónicas de Nehmiah en Babilonia. Entrada XXVII "La enfermedad del demasiado"

En Babilonia, nadie parece tener tiempo.

Pero tod@s están ocupad@s.

Ocupad@s en exceso.

Preocupad@s en exceso.

Informad@s en exceso.

Y con el corazón... en carencia.

El “demasiado” es el virus invisible que recorre estas calles:

demasiado estímulo,

demasiado ruido,

demasiado trabajo,

demasiadas opciones,

demasiadas exigencias,

demasiados miedos ajenos cargando en la espalda.

Y todo eso, sostenido por una sola alma, cada vez más pequeña.

Aquí, si no produces, no existes.

Si no estás al día, te quedas atrás.

Si no respondes ya, no sirves.

Se exige velocidad a un cuerpo que pide pausa.

Y se le da “contenido” a un espíritu que solo necesita sentido.

Se vive corriendo sin saber de qué se escapa.

Se duerme poco,

se come rápido,

se siente por encimita.

Y cuando aparece el vacío, se le tapa con más “hacer”.

La enfermedad del “demasiado” no se cura con más cosas.

Se cura con menos.

Con espacio.

Con la valentía de parar.

Ritual para liberar la sobrecarga:

Apaga todas las pantallas por 30 minutos.

En ese tiempo, escribe en un papel todo lo que cargas que no es tuyo.

Tareas,

expectativas,

miedos,

urgencias ajenas.

Dobla el papel.

Sopla sobre él tres veces.

Y luego quémalo (si puedes) o entiérralo bajo una planta.

Devuélvelo a la Tierra.

Vuelve a ti.

En Babilonia, frenar es un acto revolucionario.

Y elegir lo esencial, una forma de recordar quién eres.