Crónicas de Nehmiah, Entrada LVI, Serie "Rutas de Medicina Viva en Procesos Oncológicos" Capítulo 8 "El alma en el proceso oncológico: sanar más allá del cuerpo"
- holisticbridgeheal
- 17 ago
- 2 Min. de lectura

“Cuando el alma sigue fértil”
El cáncer no solo toca la carne:
toca memorias,
historias,
vínculos invisibles.
El cuerpo enferma, sí, pero el alma…
el alma sigue intacta,
esperando a ser escuchada.
En este camino, muchas mujeres se enfrentan al fuego en sus matrices:
un cuello de útero que se inflama,
unos ovarios que se silencian,
una radiación que transforma radicalmente la fisiología.
Y con ello aparece una pregunta profunda:
¿qué ocurre con mi feminidad cuando el cuerpo parece arrebatarme sus símbolos?
La respuesta no está en un informe médico,
sino en la memoria ancestral:
Ser mujer nunca dependió de un órgano,
sino de una fuerza creadora que vibra en el espíritu.
Una mujer puede perder su matriz física y seguir siendo matriz del mundo.
Parir proyectos,
nutrir comunidades,
sostener con su energía aquello que necesita nacer.
La creatividad, la intuición y la capacidad de gestar no se agotan con una cirugía,
ni con una quimio,
ni con el paso del tiempo.
No!!!.
La matriz nunca se apaga,
porque no está solo en la carne.
La matriz es campo,
es fuerza,
es raíz.
Es el poder creador que cada mujer lleva en su espíritu,
aunque su cuerpo sea marcado por la experiencia del cáncer,
aunque su sangre cambie de ritmo,
aunque sus ovarios callen antes de tiempo.
La maternidad es mucho más que parir hijos:
es parir caminos,
proyectos,
canciones,
huertos,
amistades.
Es gestar esperanza en medio del dolor.
Es alumbrar con ternura en tiempos de oscuridad.
A ti,
MUJER
que hoy atraviesas la prueba del fuego,
te digo:
No dejes que la quimioterapia o la radiación definan tu identidad.
Sí, tal vez apaguen un órgano,
pero nunca podrán apagar tu capacidad de crear.
Sigues siendo madre en todo lo que toques,
en todo lo que inspires,
en todo lo que des al mundo desde tu amor.
Por eso, cuando el proceso oncológico parece una sentencia,
conviene recordar que el alma no enferma.
Lo que enferma es el campo visible,
la materia.
Y desde esa herida puede abrirse la verdadera medicina:
la de resignificar,
la de descubrir una nueva forma de ser fértil,
de ser creadora,
de ser mujer entera.
Cada cicatriz es también un portal.
Cada quema, un rito de paso.
Cada lágrima, una semilla que el alma riega en silencio.
El cuerpo lucha su batalla.
El alma sostiene su propósito.
Y sanar, más allá del cuerpo,
es reconocer que incluso en la pérdida hay creación,
incluso en la enfermedad hay alumbramiento,
incluso en la muerte hay nacimiento.



Comentarios